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Cepsa arranca su producción de biometano a partir de residuos agrícolas y ganaderos

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Junto a Kira Ventures, la energética, desarrollarán hasta 15 plantas de biometano en España en esta década

Ambas compañías ya trabajan en el desarrollo de las cinco primeras, que estarán situadas en Castilla-La Mancha y Castilla y León, y se prevé que estén operativas entre 2025 y 2026

Cepsa ha comenzado la búsqueda y desarrollo de proyectos para la construcción y operación de plantas para la producción de biometano a partir de residuos agrícolas y ganaderos con el objetivo de descarbonizar su actividad industrial, sustituyendo el consumo de gas natural por el de este gas renovable.

En 2030, la compañía aspira a gestionar una cartera de proyectos de 4 TWh al año, un objetivo ambicioso, equivalente a la energía suficiente para 650.000 hogares, que le permitirá reducir de manera muy significativa las emisiones de CO2 de sus parques energéticos y plantas químicas, además de constituir un vector complementario para la producción hidrógeno verde y empleo en movilidad sostenible. La utilización de este gas renovable, en lugar de fósil, supondrá la revalorización de 10 millones de toneladas anuales de residuos y evitará la emisión de 728.000 toneladas de CO2 al año, el equivalente a la plantación de 8,7 millones de árboles. 

En el marco de este objetivo, la compañía energética ha firmado una alianza con Kira Ventures, compañía española referente en la promoción y gestión de activos de energías renovables, para la puesta en marcha de hasta 15 plantas de biometano en España en esta década. Ambas compañías ya trabajan en el desarrollo de las cinco primeras, que estarán situadas en Castilla-La Mancha y Castilla y León, y se prevé que estén operativas entre 2025 y 2026. 

Estas plantas utilizarán residuos agrícolas y ganaderos de las zonas en las que se instalen, como estiércol y purines, entre otros; y serán 100% sostenibles, ya que utilizarán para su funcionamiento energía eléctrica de origen renovable y aprovecharán el calor generado por el propio biogás. 

Los biocombustibles 2G
Este hito se enmarca en el plan estratégico 2030 de Cepsa, ‘Positive Motion’, mediante el que la compañía impulsa la descarbonización de su actividad y la de sus clientes, especialmente mediante la producción de moléculas verdes (biocombustibles e hidrógeno verde). La compañía tiene una ambiciosa hoja de ruta establecida para recortar en 2030 un 55% sus emisiones de CO2 (alcance 1 y 2) respecto a 2019 y aspira a ser neutra en carbono antes de 2050, para lo que será fundamental la utilización de biometano en sus procesos industriales. En cuanto la intensidad de carbono de su energía vendida se reducirá entre un 15 y un 20% en 2030. 

El biometano tiene las mismas características que el gas natural, pero permite reducir hasta el 100% las emisiones de CO2. Esta similitud hace que también pueda almacenarse o inyectarse directamente en la actual red de transporte gasista, sin necesidad de desarrollar nuevas infraestructuras. Además de utilizarse como sustituto del gas natural para uso industrial, este gas renovable también puede utilizarse para la producción de hidrógeno verde y como alternativa para la movilidad sostenible. 

Este biocombustible de segunda generación (2G) se obtiene a partir del biogás, que a su vez se produce mediante un proceso natural de descomposición (digestión anaerobia) de residuos orgánicos biodegradables agrícolas, ganaderos e industriales. Posteriormente, tras su depuración mediante un proceso tecnológico denominado upgrading, se convierte en biometano. 

Repsol produce por primera vez en España biocombustibles para aviones

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Repsol puertollano

Repsol ha completado con éxito la fabricación del primer lote de biocombustible para aviación del mercado español. Con este hito, la compañía avanza en la producción de combustibles con baja huella de carbono para sectores como el aeronáutico, donde alternativas como la electrificación no son viables en estos momentos.

La producción de este biojet se ha llevado a cabo en el Complejo Industrial de Repsol en Puertollano (Ciudad Real) y tendrá continuidad con la fabricación de más lotes de biocombustible para aviación en otros complejos industriales del grupo en España y, posteriormente, con iniciativas en las que se utilicen biocombustibles a partir de residuos.

El primer lote, fabricado a partir de biomasa, consta de 7.000 toneladas de combustible de aviación −el equivalente al consumo de 100 vuelos Madrid-Los Ángeles− y ha superado las exigentes pruebas que requieren estos productos. Cuenta con un contenido bio inferior al 5% para cumplir con los requisitos de calidad establecidos por las especificaciones internacionales y su uso evitará la emisión de 440 toneladas de CO2 a la atmósfera, el equivalente a 40 vuelos Madrid-Barcelona.

En España, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima reconoce que los biocarburantes constituyen la tecnología renovable más ampliamente disponible y utilizada en la actualidad en el transporte. Para el ámbito de la aviación, el biojet, obtenido a partir de biomasa o residuos, es hoy en día la única alternativa y está incluido en la lista de combustibles sostenibles.

Ante la importancia que juegan los biocombustibles en la reducción de emisiones, Repsol empezó a trabajar hace años en diferentes soluciones de baja huella de carbono aplicadas al transporte.

El impulso de los biocombustibles, junto con la generación renovable, los combustibles sintéticos, el hidrógeno verde, el autoconsumo y la economía circular, es uno de los ejes de trabajo de Repsol para alcanzar el objetivo de neutralidad de carbono en el año 2050.

En el caso de este biojet, se han realizado pruebas para determinar la materia prima más adecuada, con el objetivo de alcanzar los exigentes requisitos del Jet A1 en cuanto a comportamiento a bajas temperaturas y controles adicionales de calidad. Asimismo, se llevaron a cabo numerosos tests para determinar la concentración más adecuada de biocombustible.

La fabricación cumple con todas las condiciones de sostenibilidad de la cadena de producción, logística y comercialización. Las exigentes pruebas de calidad realizadas avalan el éxito del test industrial y la capacidad técnica, flexibilidad y competividad del Complejo Industrial de Repsol en Puertollano para producir este biocombustible de aviación.

Nuevo biocombustible a partir de residuos de la producción de vino

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uvas

La producción del biocombustible de aceite de pepita de uva y bioetanol, ambas materias obtenidas durante el proceso de producción del vino, podría alcanzar alrededor de 20 kilotoneladas, cerca del 2 % del biocombustible consumido actualmente en España. Esta es una de las conclusiones que se desprenden de un estudio que propone un nuevo método para elaborar biocombustibles a partir de los residuos de la industria del vino.

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) se ha centrado en los residuos de la industria del vino, que constituyen una materia prima interesante para el biodiesel en países con una importante producción vinícola.

España es el tercer productor de vino del mundo, sobrepasando algunos años los 40 millones de hectolitros. Tras el prensado de la uva para producir vinos y mostos, el residuo se trata para obtener orujo, hollejo, raspón y pepitas de uva. Las pepitas contienen alrededor del 7 % de aceite, que puede ser extraído por prensado o con disolventes (como n-hexano).

Este aceite puede convertirse en biocombustible mediante la reacción con bioetanol obtenido a partir de la producción de vino. Este método para obtener biocombustible completamente renovable −generado a partir de ésteres etílicos de ácidos grasos− ha sido ideado por un equipo científico formado por miembros del grupo de investigación de Estudios Ambientales de la UPM y del Grupo de Combustibles y Motores de la Universidad de Castilla-La Mancha (GCM-UCLM).

Propiedades del nuevo biocombustible
Las propiedades de este nuevo biocombustible son muy satisfactorias y entran dentro de los límites establecidos por las normas europeas y americanas: densidad y poder calorífico (indican la cantidad de energía que puede haber en un determinado volumen o depósito de un vehículo); número de cetano (parámetro clave sobre la calidad de la combustión); viscosidad y lubricidad (que afectan a la atomización del combustible y al correcto funcionamiento del sistema de inyección); puntos de niebla, vertido o de obstrucción de filtros en frío (miden el comportamiento del combustible a bajas temperaturas); y estabilidad a la oxidación (relacionada con el número de yodo y el número de insaturaciones o dobles enlaces presentes en la composición del biocombustible).